Una mañana

Jura y perjura el día, que la soledad sera apaciguada, que en el yugo de la benébola vida, la felicidad espera acostada y enseñandonos la pelvis desnuda, invita al sueño a procrear vida:

"No temas a mis labios, que van a susurrarte cada esquina de tu cuerpo y en oraciones que ni yo reconosco, voy a comerte entero"

Así el Sol se oculta, diciendo que esta cansado, que mejor venga un poco de lluvia; y la brisa protestante, se mantiene dormida entre las nubes:

"Que no salga el Sol no es mi culpa, que aparesca cuando el berrinche haya pasado."

Y ofertan por las calles, los ruidos de todos olores, colores y sabores y uno se hastía, se le revuelve el estomago y pareciera todo es una jugada sucia del día. Entonces una voz conocida, que resuena por todo el cuerpo, verifica que la soledad se ha ido y que los limpia-coches siguen con piropos, anunciando el día, a la mujer bella, a la mujer flaca, a la serena y a una blanca.